AUTOENTREVISTA;
El
cuestionario que nunca recibí de Culturamas:
1. ¿Crees que el mundo se está acabando?
“Esta
vida es un batán,
unos
vienen y otros van,
y
mientras cae el martillo
siempre
hay gente en el camino”.
Sicum
dixit abuela Céspedes.
2.
¿Cuál es tu posición favorita en un coche?
La
de quien está pasando con velocidad a otro canal de la tele.
3.
¿Cuál es tu precio?
Victor
Manuel... MasterCard... no sé, hay tanta literatura al respecto y
tanta competencia con los partidos políticos que me siento
devaluado.
4.
¿Qué comida jamás probarías?
La
que ha sido previamente vomitada y toda aquella que haya estado
detrás de unos ojos que fueron capaces de mirar con ternura. ¡Ojito
con los pollos, eh!
5.
¿Por quién o por qué serías un kamikaze?
Fui
un kamikaze el día que decidí tirarme en marcha del útero materno.
6.
¿Has odiado de verdad a alguien?
¡Por
Dios! (en el ambivalente sentido de la exclamación)
7.
¿Cuál de tus manías soportas mejor?
No
me gusta que me rebajen de categoría. Yo no tengo manías, sólo
colecciono neurosis obsesivas.
8.
¿Te valdría de algo ser inmortal?
Para
rizar el rizo del hastío.
9.
¿Compensa ir de farol por la vida?
Siempre
me ha dado un poco de repeluco el fenómeno de la autocombustión.
10.
¿Qué parte de tu persona no comprendes?
Por un lado está el inconveniente de la algarabía y, por otro, que con
esto pasa lo mismo que con las convocatorias de las comunidades de
vecinos. El problema de los que tenemos personalidad múltiple es que
nunca es posible que nos reunamos todos. Y así no hay modo.
11.
¿Te gustan las películas porno con argumento?
Ah
¿es que las había sin argumento? Otra cosa que ya no estoy a tiempo
de remediar.
12.
¿Cuál es tu trozo de piel más sensible?
Aparte
de lo obvio y lo común pienso en Pinocho y en Aquiles. Tengo esas
dos partes de mi cuerpo rotas, ya sólo sufro la parte metafórica.
13.
¿Cómo sería para ti un extraterrestre?
No me hace falta el condicional. Son extraterrestres los
bichos de dos patas que me encuentro cuando salgo de los muros de mi
finca.
14.
¿Preferirías vivir en la luna?
Mi
parte sociópata estaría encantada, pero mi parte lírica prefiere
seguir saliendo al jardín a cepillarse los dientes mientras la mira.
15.
¿Merece la pena saber morir?
No
soy consciente de que se nos haya sido dada esa elección. La muerte,
se quiera o no, termina por aprenderse.
16.
¿Qué harías si poseyeses esclavos?
Realizar
el sueño de mi vida: vivir en una inmensa plantación de Georgia y
dedicar a otras cosas el mucho futuro dinero que tendré que pagar
por servicios sexuales.
17.
¿Te cambiarías el nombre si te lo pidiesen?
Me
han hecho preguntas más inteligentes, la verdad.
18.
¿Cómo te imaginas a tus tatarabuelos?
Esto
es como el chiste del Maestro y el Pequeño Saltamontes sobre la
ignorancia y la indiferencia: ni lo sé, ni me importa, hijo. Se ve
que vamos en la pregunta 18 y va quedando ya poco arsenal.
19.
¿Y a tus bisnietos?
Esta
pregunta se la perdono porque en realidad he robado este cuestionario
a Juan Casamayor, pero si me la hiciese a mí le contestaría aquello
de “no sabe usted con quien está hablando”.
20.
¿Te molesta juzgar a los demás?
¿Habrá
actividad más psicoterapéutica?
21.
¿Qué frontera jamás cruzarías?
La
que una y otra vez y otra vez y una y otra vez sigue llevándome a mí
mismo.
22.
¿Hasta que número sabes contar?
De
momento hasta 53, ya veremos hasta dónde alcanzo para, como usted
dice, aprender a morir definitivamente.
23.
¿Te gusta meterte en charcos?
Es
absolutamente imposible para un niño asturiano no aprender a
disfrutar con eso, pero a medida que se van cumpliendo años esa
parte romántica termina por hacerse muy fangosa.
24.
¿Conoces a todos tus enemigos?
Desdiciendo
al dicho, ¡ni lo quiera dios!
25.¿Cuál
sería tu epitafio en cuatro palabras?
He
empezado con mi abuela y termino con ella: “Muertu el burru la
cebada al rabu”. No quiero que queden restos de mi cuerpo. Me
repugna la ceremonia y el moranquerío que se hace con la muerte.
Encuentro muy horteras los mármoles escritos. “Todo lo construido
sobre el aire nace con el remordimiento del desplome”. Ya ve lo
que me gusta llevar la contraria, me pide cuatro palabras y le pongo
siete renglones. Si es que no se puede reprimir durante mucho tiempo
a los que padecemos verborragia.