POLÍTICA-MIENTE INCORRECTO

Blog del poeta Alejandro Céspedes con reflexiones, artículos, opiniones, etc. sobre actualidad, literatura o política, desde un punto de vista muy poco epicéntrico.

A veces me veo a mí mismo nadando en medio del mar hacia una isla que ese otro que también soy yo ni ve ni sabe que existe.


Todos los textos de este blog están protegidos bajo licencia.
“Amo más que nunca la poesía como creación extrema del hombre, me siento como siempre un aprendiz, sé que he escrito algo relativamente diferente, no me interesan el éxito literario ni la fortuna ni tampoco la farándula "socio-literaria", busco lo abierto”.
Extracto de una carta de Roberto Juarroz a W.S. Merwin, traductor de su obra al inglés, que yo podría firmar perfectamente. Incluida como epílogo a Décimocuarta Poesía Vertical. Fragmentos Verticales, Emecé, Buenos Aires, 1997.
SOBRE CARDÚMENES LÍRICOS Y REBAÑOS POÉTICOS




Hace unos días Manuel Vilas se quejaba amargamente en su cuenta de feisbuk de una crítica adversa. Se dolía mucho, muchísimo. No he leído la crítica pero me ha hecho volver a pensar, tras la larguísima conversación de ayer con Ana Ares y Paco Moral, en lo fácil que nos resulta aceptar los halagos -como si de antemano los considerásemos merecidos y obvios- y lo mal que nos llevamos con la disensión. Casi todos los que te encajan su librito lo único que están dispuestos a escuchar es un “Me gusta” -como en feisbu- pero elevado a las cumbres líricas: me encanta, magnífico y un largo etc. Todo lo han hecho bien, han acertado en todo y no tendrá ninguna consideración la posibilidad estética de otra lectura distinta. Para ellos es más terapéutico olvidar que el halago ensombrece y la crítica alumbra, cuando lo único que se debe aprender de la adulación es la desconfianza.

Actúan como si no supieran que una vez publicado su libro -y los míos- es muy fácil que sirva para encender la chimenea, como recogedor de la caca de los perros o, más humillante aún, arrumbados en un tenderete de vendedor ambulante que los regala con la compra de dos bragas. En el más condescendiente de los casos se llenará de polvo en una estantería. Son muy pocos los libros que se abren más de dos veces.

Sin embargo acostumbrarnos a no gustar sería lo lógico, lo habitual, y su fiera constatación es que hacemos aspavientos en un teatro vacío, nos ponemos de puntillas y levantamos los brazos en el interior de la más absoluta indiferencia. Un poeta vivo que escriba en español llegará a interesar, en el mejor de sus sueños, a una de cada quinientas mil personas que entiendan su lengua. Paradójicamente, hay clanes que viven de expender (vender al menudeo) el carné de poeta y quienes, como Belén Esteban, “matan” porque les sea adjudicado. Hay quien no ha superado el estadio de conciencia pre-racional que otorgaba al poeta la condición de ser altavoz de la tribu.

Leo sobre premios que se suben a un tren y bajan perfumados  -mucho mejor si además hay parada en Valdepeñas, que todo el mundo sabe que es la estación más cerca del Parnaso) y otros que da “el editor de la coleta”, leo de clanes y de quien a su edad -que ya le vale- anda intentando reunir a unas cuantas ovejas a ver si le salen las cuentas de un rebaño. Y las ovejas balando tan contentas de escuchar el silbido. El perro no hace falta porque entre estas ovejas no las hay descarriadas.

Amigos y enemigos todos tienen muy claro que, igual que los cardúmenes de sardinas, el grupo es más rentable. La diferencia -a mejor- del cardumen es que no se le exige que funcione como club de fans. Aquí sí. Ya hemos vuelto al tema de la crítica.

Entresaco estas frases escritas por Luis Cernuda de una magnífica entrada publicada (AQUÍ: "La intolerancia en la poesía española”) por Miguel Veirat. Dudo que alguien lo lea.

En España, las reputaciones literarias han de formarse entre gente que, desde hace siglos, no tiene ni sensibilidad ni juicio, donde no hay espíritu crítico ni crítica y donde, por lo tanto, la reputación de un escritor no descansa sobre una valoración objetiva de su obra”. 

Aunque nos arranquemos las plumas de los moños por ver quién es más poeta, lo cierto, lo patéticamente cierto, es que a la mayoría de los poetas lo único que les gusta es leer(se).



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Flores en la cuneta en EL CULTURAL-El Mundo (08-01-10); Francisco Díaz de Castro

Reseña en El Norte de Castilla, por Carlos Aganzo

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